viernes, 6 de noviembre de 2015

Algunos de los usuarios del Surubí: el 322 gozó de mayor aceptación entre los pilotos que el Zorro, más que nada por su prodigiosa agilidad y gran velocidad a baja cota. Su declive, al igual que la de todos los aviones a pistón, se manifestó una vez que los reactores se hicieron tan confiables como superiores en prestaciones de toda índole, desplazandoles de cada actividad a la que habían sido asignados, en la mayoría de los casos. El Surubí permaneció, junto al 424, hasta mediados de los ciencuentas debedido a su simple mantenimiento y buenas capacidades de combate. Naturalmente fueron relegados a un segundo plano, pero en éste fueron de primordial necesidad durante dos décadas. Entre sus funciones, se encontraba la de ataque a suelo y apoyo a fuerzas de tierra, así como un frente de asalto contra incursiones enemigas en tierra y su respectivo apoyo aéreo.


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